Afrontar el cáncer
Comunicar el diagnóstico de cáncer a la familia.
Es evidente que cada paciente tendrá su propia realidad familiar y que es cada uno de ellos quien mejor conoce la forma de gestionar la información a comunicar a la familia en caso de diagnóstico de cáncer.
Sin embargo la experiencia profesional de los oncólogos médicos de Initia Oncología va más allá de la simple habilidad en el diagnóstico y tratamiento del cáncer y sus complicaciones. Esta experiencia confiere a los oncólogos la capacidad suficiente para aconsejar el modo, cadencia y profundidad con la que una información como un diagnóstico de cáncer debe ser transmitida a los allegados.
Por supuesto, no se abordará del mismo modo el caso de informar a los integrantes adultos de la familia que la información a niños o a ancianos.
Cada familia es diferente y requiere abordajes individualizados.
En cualquier caso podemos establecer ciertas directrices que sería deseable cumplir a la hora de informar a la familia sobre el diagnóstico de cáncer.
En primer lugar debe tenerse en cuenta que toda la información que se transmita debe ser cierta. Por supuesto, el detalle en la información a cada miembro de la familia debe ser decidido únicamente por el paciente o su representante legal en el caso de que esto fuera necesario. En el caso de los menores de la familia la información debe transmitirse de forma gradual y con la mayor delicadeza posible, dejando siempre puertas abiertas y bajo la dirección de sus progenitores o tutores legales.
Sin embargo, el asesoramiento por parte de los profesionales de la salud implicados, ya sean los propios oncólogos o el equipo de psicología que preste su apoyo en estas situaciones, es fundamental para evitar conflictos y minimizar las tensiones.
Los especialistas en Oncología Médica de Initia Oncología le asesorarán para encontrar la mejor forma de afrontar las cuestiones de información al resto de la familia.
Apoyar a un familiar con cáncer.
Es evidente que un diagnóstico de cáncer en la familia impactará en muchos de los aspectos de su vida cotidiana. No reconocer y asumir este hecho será tan contraproducente como considerar que la enfermedad debe convertirse desde ese momento en el centro de la vida del paciente y su entorno.
A pesar de todo ello es imprescindible que el paciente y sus allegados mantengan una actitud positiva, intentando mantener las rutinas y hábitos familiares en la medida de lo posible.
En nada ayuda, sin embargo, forzar al paciente a realizar actividades que no puede o que no desea hacer. Tampoco será deseable obligar al paciente a mantener una dieta estricta que no tenga en cuenta sus gustos personales ni las excepcionales circunstancias que se presentan ante los síntomas de la enfermedad y los efectos secundarios de las terapias necesarias para hacerle frente.
La naturalidad en las actuaciones debe ser la norma. Es el paciente quien debe decidir sobre sus límites dentro de lo que se considere razonable para cada situación personal. La familia, los amigos, la pareja, deben apoyar al paciente sin forzarle, deben ayudarle sin obligarle. Las dudas sobre el grado de intensidad en el ejercicio físico recomendable para cada caso, si debe o no seguir trabajando y a qué ritmo, o la dieta a seguir, serán despejadas por su oncólogo, siempre considerando la voluntad del paciente y su situación clínica real.
El cáncer y la pareja.
El cáncer no sólo supondrá un trastorno en la vida cotidiana del paciente y sus allegados sino que podría interferir también en su relación de pareja.
Las tensiones propias de la nueva situación podrían agudizar conflictos preexistentes o crear otros nuevos derivados de las limitaciones físicas o económicas secundarias a la situación de enfermedad.
Sin embargo, la enfermedad también puede verse como una oportunidad para estrechar aún más los lazos de afecto entre la pareja y poner en valor todo lo vivido hasta ese momento.
El paciente necesitará más que nunca el apoyo, la comprensión, la paciencia y el cariño de los suyos, y especialmente de su pareja.
En el ámbito afectivo, multiplicar las muestras de cariño y fomentar el diálogo abierto sobre las inquietudes y los miedos que ambos miembros de la pareja puedan sentir ante el diagnóstico del cáncer, será lo que más ayude a mantener o restablecer la relación entre el paciente y su pareja.
En el ámbito sexual debe primar la comprensión y el respeto hacia el otro. Los cambios físicos que, en ocasiones, determinan el cáncer y sus tratamientos deben ser abordados desde el más absoluto de los respetos a la intimidad del otro, sin minusvalorarlos pero, al mismo tiempo, ofreciendo las alternativas que cada caso requiera.
Una mastectomía en una mujer o la pérdida de su cabello por causa de la quimioterapia, no deben ser nunca consideradas como algo banal puesto que, en muchas ocasiones, representa un duro golpe para la imagen de la mujer. Sin embargo, deben ponerse en valor, en esos casos, las otras muchas bellezas exteriores e interiores de la paciente que tanto sabe apreciar su pareja.
En el caso de los varones la impotencia derivada de la propia enfermedad o de algunos tratamientos necesarios para el tratamiento de determinados tumores debe abordarse con la máxima delicadeza y con grandes dosis de paciencia por parte de su pareja. Debemos tener en cuenta que en la intimidad otros muchos juegos y caricias pueden ser tan placenteros o gratificantes como los derivados de una erección mantenida.
Mantener un diálogo abierto sobre este tema en el ámbito de la pareja y buscar el asesoramiento de los profesionales, tanto de Oncología Médica como de Psicología, facilitará el abordaje de estos problemas y permitirá resolver la mayor parte de los conflictos derivados de estas situaciones.