Prevención
Prevención primaria.
Es bien conocido que nuestros hábitos de vida pueden facilitar la aparición de un cáncer. Hace ya muchos años que quedó demostrada la relación directa entre el uso del tabaco y la aparición de cáncer de pulmón, laringe o vejiga, entre otros.
Un estilo de vida saludable puede ayudar a prevenir el cáncer.
Sin embargo otros hábitos también han sido relacionados con la aparición de tumores de distintos órganos. Así el abuso de alcohol se relaciona con diversos tumores como el cáncer de hígado, el de cavidad bucal o el de esófago.
La obesidad también se ha relacionado con la aparición de diversos tumores. Es conocida su relación con el cáncer de mama o el cáncer de páncreas.
La exposición prolongada y reiterada a los rayos solares puede ocasionar cánceres de piel como el melanoma o carcinoma espinocelular.
Una dieta saludable con abundancia de frutas y verduras, baja en calorías y evitando el exceso de carnes rojas puede prevenir la aparición de determinados cánceres y debe recomendarse abiertamente.
Prevención secundaria.
La prevención secundaria hace referencia al diagnóstico precoz del cáncer. En algunos tumores ha quedado demostrado que un programa de detección precoz es útil para mejorar los datos de supervivencia. Es por ello que las autoridades sanitarias recomiendan la inclusión de la población potencialmente afectada en dichos programas. Ejemplos clásicos de tumores en los que los programas de diagnóstico precoz han demostrado utilidad son el cáncer de mama, el cáncer de cuello uterino o el cáncer colorrectal.